martes, 29 de octubre de 2013
El muro del beso
El patio amplio estaba casi vacío y rodeado por aquellos muros de ladrillo rojizo desgastado. Algunos grupos muy reducidos de estudiantes con aire despistado, grandes mochilas negras, gorros de lana gruesos y cascos bien almohadillados, se paseaban entre la explanada, observando los distintos grafitis.
Era un concurso. La universidad había dejado a los del club de arte que usaran aquel sitio viejo para "exponer" sus obras antes de que fuese reducido a escombros para construir más edificaciones deportivas. Al final, eran grafitis hechos con spray.
Yo no había utilizado pintura en bote. Los pinceles me gustaban más.
Me calé el gorro grueso de lana negra hasta las orejas y resoplé. No quería que me vieran allí, había sido una estupidez... A nadie le gustaría nunca lo que había hecho...
-Veo que al final, te han servido de inspiración mis clases de dibujo.
Mierda. ¡Mierda!
Clen estaba parado muy cerda de mi, nuestros hombros casi se tocaban. Lo miré tan sorprendida, que creí que los ojos se me saldrían de las cuencas. ¡Clen estaba observando mi dibujo en el ladrillo!
Pese a la histeria momentánea, mantuve mi cara de póker a raya y no moví ni un músculo. Suspiré, sin embargo. Él curvó los labios en una sonrisa...
Le había robado una lámina del cuaderno de dibujo, y había venido a buscarla. Era eso. ¿Era eso?
-Yo... Sólo quería algo bueno para... No sé hacer grafitis... -intenté justificarme. Alcé mi mochila para buscar la lámina de Clen, cuando la saqué, noté sus ojos sobre mí de una forma... ¿Nueva? Él nunca me había dedicado una mirada como aquella.
-¿Por qué ésta? -Nuestras manos se rozaron al pasarle la cartulina llena de grafito en trazas rectas y perfectas. Clen era un perfeccionista y dibujo técnico se le daba de maravilla. Y tenía unas manos...
-Ha sido la primera que he podido conseguir, confiaba en que no te dieras cuenta.
¿Sonrió? ¿Me sonrió?
-Lástima que tenga que entregarla -respondió -, aún está sin evaluar.
Me ruboricé hasta la raíz del pelo. Le había robado al chico de mis sueños un trabajo sin nota. Era el diablo. El diablo con pincel y gorro.
-No volverá a ocurrir -aseguré.
-Tranquila, me encanta como te ha quedado -lo dijo en serio. Lo observé boquiabierta por el rabillo del ojo. Estaba más cerca de mí ahora. Tragué saliva -. Puedes pedirmelo la próxima vez.
Sentí que me ahogaba.
-Gracias -balbuceé.
Nuestro aliento, de golpe se mezclaba con la repentina neblina blanca. Comenza a empeorar la tarde. De un momento a otro la nieve caería sobre nuestras cabezas.
-¿Puedo echar una foto?
Asentí, ¿qué menos?
-Claro.
-Pintas realmente bien -observó después de guardar el móvil en el bolsillo. El mío vibró antes de poder responder «gracias». Desbloqueé la pantalla. Tenía un mensaje, era de Clen. Mi corazón se puso en alerta:
«¿Puedo besarte?»
¿Qué broma era esa? No tenía gracia. No, no la tenía. Clen sabía que era mi... mi muso desde parvulitos. Se estaba burlando.
Le respondí:
«Tienes lo que has venido a buscar. Adiós.»
Cuando leyó el mensaje, jadeó con disgusto por lo bajo. Volvió a teclear y en mi pantalla, se abrió un segundo mensaje:
«Puedes quemar la lámina si quieres, no he venido a buscar eso exactamente.»
«Los artistas pillamos la ironía...»
«Los futuros ingenieros no nos andamos con ironías. Definitivamente, nos van más las mates... Y los labios de las chicas que pintan piezas industriales en columnas de ladrillo desgastado.»
Mi corazón me hizo levantar la mirada. Clen me sonrió sin una pizca de timidez, pero con algo de seriedad.
-No te gusta hablar, pensaba que mediante un mensaje...
Levanté la mano y lo corté.
-Nunca le preguntes a una chica si puedes besarla -dije sin alterar mi tono neutro de voz. Era una chica dura, siempre lo había sido, y lo seguiría siendo -. Nunca -recalqué, visiblemente incómoda y sonrojada.
Clen dio un paso.
-Lo siento, no quería... Perdóname, ha sido una estupidez.
Volví a hablar sin tener consciencia, cuando comenzó a girarse para marcharse:
-Simplemente, hazlo.
Lo escuché sonreír y mi interior ardió, haciendo que la temperatura de mi cuerpo aumentara unos grados.
Sus ojos grises me helaron aún más que el aire gélido que nos rodeaba. Me rodeó la cintura antes de que pudiera reaccionar, y sus labios cortados por el ambiente, acariciaron los míos. No podía respirar, me apegó contra la columna pintada. Me besaba sobre mi obra. Su lámina cayó a nuestros pies... Y separé los labios cuando su boca reclamó a la mía.
Me caló el gorro hasta las orejas de nuevo, cinco minutos después. El gesto hizo que una explosión en el estómago de mariposas furiosas, me hiciera morderme el labio. Clen me sonrió con una dulzura que nunca había sido capaz de descifrar hasta ahora.
-¿Por qué ahora? -pregunté en un susurro.
-Porque quería asegurarme de que eras una artista de verdad.
Ladeé la cabeza, sin comprender.
-Los labios de una chica que hace magia con sus manos y un pincel... Son los mejores, cien por cien comprobado.
-Eres imbécil -traté de quitarle importancia al beso, aunque mi corazón estuviese saltándose toda una serie de latidos. Estaba condenadamente enamorada de aquel maldito de ojos grises y cabello oscuro.
-¿Otro?
Tragué saliva y sonrió contra mis labios, acercándome más a la columna y a él.
Alguien se tomó la molestia de hacer un gran mural en una de las paredes sin pintar del patio: un chico alto, de cabello desordenado, besaba a una chica que se encogía bajo su gorro de lana. Se apoyaban en una columna de ladrillo, y alrededor de sus cuerpos, un dibujo elaborado, que parecía sacado de alguno de los libros de ingeniería industrial, tomaba la pared.
Era demasiado realista y había sido pintado hasta el detalle.
Le hicieron muchas fotos, otros tantos genios del dibujo lo retrataron en sus cuadernos para nunca perderlo.
¿Ganó el primer premio?
Sí.
¿Obtuvo seguidores?
Más de lo que nunca nadie pensó, y menos, el joven bibliotecario, que sin inspiración para participar en un concurso de arte, decidió retratar en un muro de ladrillo, un tierno, despreocupado y real amor juvenil.
P.D: los sueños son geniales, son la parte de nuestra imaginación que trabaja mientras dormimos. No los olvidéis, enseñadlos al mundo, ¿acaso no es bonito que un muro no se derribe por el beso de dos jóvenes?
¿Qué habría sido de ésta historia, si el sueño inicial en el que está inspirada, hubiera sido deshechado? Clen nunca se habría atrevido a besar a su artista, y ella nunca hubiera roto su barrera de contención. El bibliotecario nunca habría alcanzado su premio, y el patio desierto, no habría sido rehabilitado como una galería de arte.
"Toda idea vale, toda acción cuenta, todo beso tiene puntos para conmover y enamorar, y toda decisión momentánea tiene un valor cierto en el futuro"
jueves, 17 de octubre de 2013
Un segundo, demasiado tiempo
-Un segundo -decía -, es mucho tiempo.
Todos reían.
-¿Mucho tiempo? -preguntaban, y él asentía.
-Tantas cosas ocurren en un segundo... -suspiraba.
‹‹El loco››, le llamaban. ¡Qué su cerebro no funcionaba!
Pero... sólo uno reflexionó en silencio, y decidió anotar lo que ocurría a cada momento.
Poco a poco, hojas y hojas llenó; segundo a segundo, su tiempo consumió. Los gastó todos, hasta el último que pudo, guardando recuerdos que sólo él cogía.
Fue a tanto, que en él, nadie creía. ‹‹El otro loco››, le decían.
Cuando su tiempo se agotó, todo el mundo creyó que borrado quedaría, pero lo que ‹‹el otro loco››, escribía, por siempre permanecería. Y eso, nadie lo suponía.
He aquí la diferencia entre los ‹‹locos›› que aprovechan, entre los ‹‹sagaces›› que ríen y estropean. Porque estropear estropean, dejando, segundo a segundo, pasar la vida, sin observar siquiera.
Porque… un segundo, es mucho tiempo…
martes, 15 de octubre de 2013
Club literario "Vidas de Tinta y Papel"
lunes, 14 de octubre de 2013
Club Apadrina un blog
Hacía ya bastante tiempo que quería participar, y con más experiencia en el mundo blogger, ¡toca participar!
Es algo genial, ¿verdad? Pues como la gran mayoría sabrá de que va esto...
El link lo tenéis e el banner de al lado por si no participáis y queréis que la comunidad crezca.
Gracias por leer
Un beso :)
miércoles, 9 de octubre de 2013
«El juego de la luna y el destino»
Que la luna se enrede en mi pelo y los grillos canten a la noche.
Que mi sombra se esconda y mi alma juegue... No quisiera el reproche.
Cabellos, al instante plateados bajo el refulgor brillante del gran astro.
Eso... es digno de vivir.
Al canto del búho, todas las risas de las hojas se le unen. Para después, que las luces dancen y se dupliquen...
El agua brilla, la luna la ilumina...
La distancia, infinita, no parece ahora más que un precioso camino de fulgores inquietos y enternecedores.
Se ha empequeñecido. ¿Nos habrá seguido el juego el destino?
La luna nos vigila.
La distancia nos acusa.
¿Quién tiene razón en esta tortura?
Tus ojos... Por fin pueden distinguirse entre el mar de luces y sombras. ¿Ves los míos?
La risa apremia... Por fin tu boca toma forma bajo la plata. ¿Ves mi sonrisa?
No sé si el juego divierte a la fortuna. A nosotros dos, no. Sin duda.
Que la luna se enrede en mi pelo... Pero antes, ven a verlo. No quisiera ser participe de por vida de este eterno y no factible reencuentro, mientras la luna, ríe y juega con mi cabello.
"Si dos almas encontrarse desean, a la burla del destino y de la luna, desgraciadamente, se enfrentan"
domingo, 6 de octubre de 2013
Cosas bonitas: ojos a los que poder mirar, labios a los que poder besar...
Unos ojos a los que poder mirar. ¿Qué pueden darnos unos ojos bellos, que no pueda darnos nada más?
Unos simples labios a los que poder besar.¿Qué poder tienen unos labios, que nos hacen olvidar?
Un par de piernas que nos sepan guiar. ¿Cómo es posible andar sin mirar?
Un par de manos, que nos levanten al fracasar. ¿Seríamos personas sin poder experimentar?
Un sueño alcanzable y real. ¿Podrías ser tú?... Quizá...
Que el dueño de esos ojos, de esos labios, de esas piernas y de esas manos, hable sin pensar... Porque si piensas, dudas, y si dudas, ¿eres real?
viernes, 4 de octubre de 2013
La chica que miraba al cielo y quería alcanzar las estrellas
Ella quería tocar las estrellas: alzaba los brazos y se estiraba, pero nunca llegaba. Aunque... siempre lo intentaba.
La gente no admiraba las luces del cielo, ella las amaba. Esperaba a la noche, para verlas mejor. Y a veces, se sentía un poquito más cerca. Las luces, las estrellas, brillaban para ella. Nadie les hacía caso.
Ella quería cogerlas... Pero una noche, la luna se hizo grande y la mitad se apagaron. La chica se puso triste, tanto, que lloró al cielo y le suplicó a la luna.
¿Dónde estaban sus estrellas? ¿Se habían apagado sus luces?
Un destello lejano le hizo alzar la mirada de nuevo a la inmensidad oscura. Una estrella, rodeada de luz... Una de sus luces... Seguía ahí. ¡Todas lo hacían!
Comprendió entonces, que las estrellas nunca se marchaban: la luna las escondía con su luz.
La chica rió. Las luces del cielo siempre estaban con ella.
Estiró un brazo, luego el otro, y subió alto... Para alcanzarlas...