domingo, 13 de julio de 2014

Pobre chico, no quieres, pero la haces llorar


Tienes el motivo que te mantiene con vida aferrado junto a ti, cerca, bajo el pecho. Pero no en el corazón, el corazón va a parte, actúa a su aire, a su manera. A él hay que dejarlo libre, a estas alturas de la vida, ¿quién no lo sabe?

El motivo.
Te centras en él.
¿Puedes mirarlo? Sí, tiene forma, y la amas. Te encanta. Tiene ojos, también, y cuando habla hasta las mayores estupideces te hacen reír (aunque por dentro, por las apariencias, ya sabes).

¿Si desaparece de pronto? Alguien que te lo arrebata. Y todo por no haber actuado lo suficientemente rápido. Te hundiste en la nieve, la patada hizo efecto. Resbalaste, pero ellos te empujaron, te separaron de tu motivo, de sus ojos por fin felices, de sus chistes malos, sus rabietas y su voz infantil.
¿Cómo explicarlo a todos? ¿Tu ineficacia? ¿Tu culpa?

Ahora céntrate en la recuperación. Tienes a tu motivo de nuevo entre los brazos. No te da miedo estrecharlo, aún delante de todos, de ellos, los superiores, los nuevos niños, los nuevos compañeros. Tu motivo ha sufrido, como tú. Habéis sufrido ambos, y hay bajas y heridos.

Pero una vida herida con la que no contabas te hace olvidar sus ojos especiales. Llora, ella y todos. Tú a su lado, pero de rabia. Rabia por hacerla llorar, por echarle las culpas de una vida herida... Sabes que no tienes razón, pero el miedo a perder a otra persona cercana te ciega. Y lo sabes. Que andas cegado por el miedo. ¿Es más fuerte el miedo a la pérdida que el amor a vivir?

Surgen rivales.
En realidad no lo son, pero sus actos te llevan a enloquecer. Por ella. Porque le haces daño y no puedes remediarlo. Porque cuando la perdiste sufriste, y te diste cuenta de que era más que un "trabajo", que cuidarla había ablandado tus sentidos, tus sentimientos pudieron tomar forma y afianzarse. Amor se quedó corto. Te faltó la vida, porque el motivo había muerto.

Sabes que ella se culpa de todo. Por eso accede a las torturas. A llorar hasta que el dolor la tire al suelo, o entre tus brazos. O quizá que estalle una pelea.

Pero tiene que llegar el momento en el que todo se arregle. La preocupación se irá con una vida perdida (porque sabes que la vida herida se muere, ningún esfuerzo vale), ella te dejará llorar. Lloraréis, pero tú más. Por fin encontrarás la libertad, y tu motivo lo entenderá.

Entonces, la nueva etapa empezará. De la mano, entre los viñedos, o tal vez, con los gritos de los sabios de fondo, seréis fuertes. Y sabrás que junto a ti, vivirá el motivo que te dará aliento.


Salvar, vivir, crecer...
Pobre chico. Aunque la busques muchas veces, siempre te corresponderá. Porque no es ella quien se aleja, sino ellos, que quieren sus lágrimas y verla llorar.



Si corres, mejor entre la niebla. Mejor si corréis los dos.

1 comentario:

  1. Holaaa!
    Hace muchísimo que no me pasaba por aquí y veo que sigue tan genial como siempre :)
    Espero que sigas igual. Un besito y un saludo desde http://maddirivas.blogspot.com.es/

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Las opiniones son relativas, así que me encantaría saber la tuya... ¿La dejas por aquí? ¿Sí? Muchas gracias...
¡Ah! Y don't worry, ¡me paso por tu blog encantada!

P.D: pido originalidad, ¡no al copieteo ladies and gentlemen!
:)