Recolectora de nubes, cosechadora de tormentas

Como Conrand diría... ¿Recolectar nubes? No es mala idea. Suena incluso bien.
     ¿Trabajar en el cielo? ¿Y por qué no? Replanteároslo...
     Pero eso sí, rodeada de nubes...
     Azul y blanco. Colores suaves, tranquilos, amables, relajantes. Y nubes esponjosas (no sé si dulces, tampoco las he probado).
     Algodón en el que hundirse.
     Bueno, pero no es algodón.
     Escribiré lo que se siente al saltar y que tus pies se queden atascados en la densidad de la bruma.
     Sí, estaría genial describir la sensación. Notar la humedad en la piel, la compañía del vientos, la presión de la atmósfera... Por supuesto, un cuerpo normal no puede soportarlo. Pero cosas peores sufren los cuerpos abajo, abajo, abajo... Siempre hacia abajo.
     ¿Hay algún agujero que perfore el asfalto, que cave un camino hacia el ardiente centro de la tierra? Porque si existe, alguien viajó hasta allí, o fue empujado... Los cuerpos caen todo lo que pueden. Se empujan, caen unos sobre otros...
     Por eso sería mejor vivir con las nubes. Hasta sus tormentas al discutir hacen más bien al mundo que las discusiones de los patéticos cuerpos que solo luchan por ascender unos sobre otros, aplastándose, haciéndose daño.

 

     Recolectar nubes... Robar unas pocas con lluvia helada que se convierta en granizo, y dejar caer las lágrimas de hielo sobre las dunas suaves y ardientes del desierto de Mojave, del Terené, y después... ¿No estaría genial poder burlarse de los fuegos del Danakil? Un poquito de frío a Etiopía...
     Viajar hasta Etiopía sería incluso más fascinante que hacer que lloviera hielo sobre los géiseres de sus tierras... Eso seguro.
     Conrad, sin duda, sabría a quien llevarse a las nubes...

¿Vosotros?